A decir verdad lo escribí para una clase, pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Él ha conducido avionetas por los Llanos Orientales, por los Andes, ha viajado hasta Miami, Nicaragua, Perú, Bolivia, Panamá, Honduras y Costa Rica, siempre al servicio del patrón de turno. Huérfano de padre, proviene de una familia de clase media, que no pudo costear sus estudios en la Fuerza Aerea, pero en su empeño de conducir aviones se marchó a Cali y Pereira donde a fuerza de voluntad aprendió el oficio mirando y haciendo. Tiempo después, lo vendieron dice él, a los 23 años a un capo de los Llanos para que le trasportara drogas y lo llevara a contar su ganado tierra dentro. Sin remedio aceptó, al fin y al cabo su mayor deseo siempre ha sido pilotear aviones.
El pato no se considera un adicto, ni sufre de remordimientos, dice que los adictos son los que consumen y quieren morir, como quien toma trago y se muere de cirrosis, cada quien decide su vida. El éxito de su supervivencia ha sido no preguntar lo obvio y hacer lo que le piden, así se ha granjeado la simpatía de sus patrones. Al fin y al cabo por eso pagaron por él una cantidad enorme de dinero a los paramilitares que lo encontraron medio moribundo después de haber estrellado la avioneta contra unos cables de alta tensión y me explica que volar bajo es la clave para no ser detectado por los radares, porque de eso esta orgulloso. De esa experiencia le quedaron envidias y el recuerdo del dolor, lo segundo solo lo suma a las cosas que pasan, pero por lo primero casi lo matan cuando volvió del secuestro, menos mal lo protegieron otros pero no podía quedarse le dijeron.
Bogotá no era una opción, solo le gustaba porque se sentía camuflado, así que con su madre y hermana se mudaron a Cali del alma, volvió a enrolarse, a ponerse al servicio de uno de los malos, malos. Con mirada perdida afirma que en todos los lugares existen los buenos y los malos, aunque anda armado no se considera de los malos, jamás a matado a alguien, lo ha visto, lo ha sabido antes de que suceda pero dice que hay que ser muy perro para lograrlo sin consecuencias a corto o largo plazo.
Finalmente se cambió de nombre, a pesar de todo solo busca su tranquilidad y vivir de lo que él sabe, de traquetear, pero a lo “sano”, sin “caspas” ni culpas a su alrededor, ese era su karma… tratar de sobrevivir y no matar en el intento."
Créditos: Al que dijo que le faltaba "ponch", osea...¿??.
Fotografía: Avedon
3 comentarios:
¡Le falta ponch! ¡Le falta al-¡tu!-ra!
Aja, estas a burrida?
Habra que ir a cazar historias...
Sapitto:
Jajaja, Si? Jey.Di. en vivo??
isa del mar:
Aburrida, como aburrida?... no. Con las ideas para otras cosas, ná má.
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