Costura

Creo ahora más que antes, que uno en esta vida debe ser frentero, decir las cosas que piensa sin guardárselas, donde no se quede nada en el tintero y sin embargo, no arrepentirse de lo dicho, pero ha llegado el momento, no siempre es así.

Hace un tiempo, un día entre martes y jueves, salimos de una presentación tipo “improvisación-electro-acústico-performance” y decidimos tomarnos unas polas. El lugar no importaba era solo una cerveza y ya, pero ahí es cuando Cristo empieza a padecer… entramos a un lugar muy discotequero y poca gente lo cual nos pareció fantástico.
En medio de las mesas, una mujer entrada en los 40 rodeada de muchachitos-estudiantes, maquillada cual diva cantante de bar underground, sentada sobre la mesa les hablaba y les sonreía de manera coqueta, vestía pantalón en lycra ceñido al cuerpo y brassier con lentejuelas amarrado a su cuello, lo cual llamó nuestra atención, o la mía que no dejaba de mirarla con franca curiosidad.
De pronto se levanta, se acerca a nuestra mesa y me pide un cigarrillo, no teníamos más que el que estaba fumando y se lo pasé, a lo cual me contestó con una sonrisa, un guiño y un “que rico, mami…”.

Y aquí paro la narración para hacer aclaraciones: no me considero mojigata, mis buen@s amig@s son homosexuales conversos, convexos y convencidos y lo disfruto, y por supuesto, soy medio videosa pero me controlo.

Sigamos... es común que uno diga una sola cerveza y terminé en farra y es obvio que unas horas después con unas cuantas cervezas encima y baile, llega la urgencia de entrar al baño. No había que esperar mucho, el baño aunque limpio tenía las dos puertas dañadas, la menos colgaba de una esquina, pero no llegar corriendo a la casa es fundamental y entré, justo aparece de la nada aquella mujer de cabello rubio corto y teñido y borracha y me dice con voz seductora: Hola nena, ¿en qué estás?…
Medio en tragos como estaba, me quedé mirándola para enfocar, y allí se decidió todo eso de lo que hablo, ser franca, “ponerse roja de la pena y no amarilla de la rabia”, en ser frenteros, pero debo confesarlo!!!, en ese instante, cerré la puerta mal colgada aún no sé como y la sostuve por una eternidad, salí luego con la mente despejada, lista para cualquier examen de narrativa contemporánea y con actitud cobarde, les dije a mis amigos que nos fuéramos, miré a la mujer de reojo que a su vez lo hizo con cara de “ni modos” y me fui a mi casa a la tranquilidad de mi baño.

Pero ahora que lo medito, puede ser cierto que he debido enfrentar la situación, respirar profundamente, pararme firme y con seguridad decirle:

No señora, muchas gracias, soy heterosexual y ejerzo.

Pero lo hecho, hecho esta.

Créditos: A los que me molestaron después.